Un acto de servicio puede ser el milagro que alguien esté esperando hoy.
No necesitas grandes recursos para hacer el bien. Enviar un mensaje, una sonrisa, realizar un favor sencillo puede cambiar el ánimo de alguien.
Cuando servimos, Dios usa nuestras manos para sanar a otros… y tambien a nosotros. No hay mayor bendición que la que se experimenta cuando servimos, cuando bendecimos a alguien.
Hoy busca a alguien a quien servir, aunque nadie lo vea.
«Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor.» (Colosenses 3:23)
Servir no siempre es dar dinero. A veces es escuchar, abrazar, animar. Dios no mira el tamaño de tu acción, sino el amor con el que la realizas.


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