Vivimos en un mundo donde todo se desea obtener al instante: comida rápida, resultados inmediatos y soluciones para nuestros problemas en el momento. Aquí y ahora pareciera ser el lema. Sin embargo, cuando se trata de nuestro cuerpo y de nuestra salud, los resultados no llegan de un día para otro. Toman tiempo.

Acostumbrados a tenerlo todo en el momento muchas veces nos desanimamos y dejamos de luchar, simplemente porque no vemos los resultados cuando queremos. En otras ocasiones utilizamos medios que prometen un aquí y ahora, pero que hacen más daño que bien. En este punto entra en juego lo que llamamos la gratificación retrasada que no es más que la capacidad de esperar y perseverar en hábitos saludables, aun cuando al principio no veamos cambios visibles.

El cuerpo necesita tiempo para responder.

Un ejemplo claro que podemos mencionar es el ejercicio físico. Muchas personas comienzan muy motivadas, esperan perder peso o ganar músculo en pocas semanas, incluso días. Pero la verdad es que el cuerpo responde a procesos lentos y consistentes.

Caminar cada día, mantener una rutina de ejercicios y respetar los tiempos de descanso son decisiones que no muestran resultados inmediatos, pero que a largo plazo van a fortalecer nuestro corazón, regularán el metabolismo y nos darán una mejor calidad de vida.

Experimentar la gratificación retrasada nos ayuda a no rendirnos, aun cuando la báscula no cambia rápido, cuando el peso no disminuye con rapidez, porque sabemos que los resultados que no se ven hoy, mañana llegarán y serán una bendición.

La alimentación como disciplina.

Por otro lado, nuestra salud también se construye partiendo de aquello que comemos. Es fácil caer en la tentación de un dulce o una comida rápida porque nos da placer inmediato, incluso puede generarnos adicción. Pero elegir frutas, verduras, granos integrales y agua pura es una inversión silenciosa que protegerá nuestro cuerpo de enfermedades y nos da energía verdadera.

Cada vez que decimos “no” a lo fácil, a los alimentos ultra procesados, al azúcar y “sí” a lo saludable, estamos practicando la gratificación retrasada. Sembramos en el presente para cosechar en el futuro.

La mente y la paciencia en el proceso.

Tener dominio propio es parte fundamental en el camino de la salud, y en cualquier otro aspecto. La Biblia dice que “el que se domina a sí mismo es más fuerte que el que conquista una ciudad” (Proverbios 16:32).

Ser pacientes nos permite mantener la esperanza cuando los cambios demoran en llegar. Saber esperar, algo tan difícil hoy, fortalece nuestra mente, porque nos recuerda que cuidar nuestro cuerpo es un acto de amor a Dios y a nosotros mismos.

La gratificación retrasada no es resignación, no implica perder la esperanza, sino todo lo contrario. Es confiar de que cada paso cuenta, aun cuando el resultado todavía no se ve.

Experimentar la gratificación retrasada nos ayuda a vivir con visión del futuro, a ver más allá del presente, a contemplar por fe a dónde vamos, a ver y confiar que lo que hoy somos no necesariamente significa nuestro mañana. Nos permite comprender que nuestro cuerpo y nuestra salud no cambian con impulsos de un momento, sino con decisiones constantes y firmes.

Cuando aprendemos a esperar y a perseverar, descubrimos que el verdadero gozo no está en lo rápido ni en lo fácil, sino en lo que produce vida abundante y duradera.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

0
Empty Cart Your Cart is Empty!

Parece que todavía no has agregado ningún artículo a tu carrito.

Buscar productos
Desarrollado por Caddy