Aún en medio de la oscuridad, siempre hay una luz que nos guía. Puede ser la luna, las estrellas, pero no estamos solos.

La esperanza no es ingenua, se basa en lo que esperamos que suceda. Consciente o inconscientemente esperamos en Dios, aun cuando no vemos la salida esperamos que ocurra. La esperanza nos recuerda que no dependemos de las circunstancias, sino de quien está con nosotros. La esperanza va unida a la fe y tienen su base en la confianza que tenemos en Dios.

Tener una esperanza nos da fuerzas para seguir adelante, nos recuerda que, por oscura que esté la noche, siempre brillan las estrellas. La esperanza nos alienta a confiar, a esperar que todo va a salir bien, no por lo que podamos hacer nosotros, sino por lo que Dios puede hacer.

La esperanza nos fortalece, no por quienes somos, sino por quien es Dios. “Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.” (Isaías 40:31)

¿Hay algo por lo que agradeces a Dios hoy a pesar de que todavía no veas los resultados?

Recuerda: Dios obra, aunque no lo veas.


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